Alba Joselin Holguín, una abogada dominicana de 48 años, fue a la discoteca Jet Set el lunes 7 de abril con su esposo para ver a Rubby Pérez en concierto. Holguín detalla el ambiente en el lugar y el momento exacto en que se derrumbó el techo. Tanto ella como su esposo sobrevivieron a la tragedia. Aquí está su historia, en sus propias palabras.
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Fue una noche muy alegre. Rubby Pérez dio el 100%. Yo nunca lo había visto presentándose y quería verlo porque tiene varias canciones que me recuerdan a mi adolescencia. Era mi segunda vez, después de casi 30 años de no ir al Jet Set, y la primera vez para mi esposo. La discoteca se empezó a llenar como a las 10:40 p.m. y llegó un momento que había hasta 700 personas. La verdad es que esa noche Rubby tenía al público feliz, bailando, cantando. Todo el mundo estaba disfrutando el momento, haciéndose selfies. La gente estaba muy feliz.
Yo no vi nada extraño desde el área donde estábamos sentados. Nosotros estamos opuestos a la tarima, cerca de un bar por la entrada y como a 35 metros de una salida de emergencia. De hecho, nos ofrecieron sentarnos en una mesa VIP cerca de la tarima y dijimos que no para no estar en el tumulto de gente. Nosotros estábamos disfrutando el concierto de donde estábamos. No sentimos la necesidad de acercarnos al escenario o ir a la pista de baile porque estaba demasiada llena.
La orquesta empezó a tocar alrededor de las 11:38 esa noche, y después de una hora pasó todo. Como a las 12:40 a.m., yo fui una de las primeras personas que llamó al 911. Logré comunicarme de una vez con ellos, y les dije: “Se acaba de caer el techo del Jet Set. Aplastó a todo el mundo. ¡Manden a todas las ambulancias que puedan!”
Dentro de todo, no estábamos histéricos en ese momento.

Recuerdo que hubo un silencio sepulcral, como un vacío en el ambiente. El techo cayó de un solo golpe, la plancha entera cayó de uno solo con hierros, con las luces, ¡se desplomó con todo! Quedó al mismo nivel donde nosotros estábamos sentados. Cayó casi a los pies de nosotros. Recuerdo que se levantó el polvazal, recuerdo ese silencio, y después la gente gritando. Lo único que pensé en ese momento fue, “¡Dios mío, le cayó el techo a la gente!”
Tuvimos que desbloquear la salida de emergencia porque tenían sillas y mesas puestas en la entrada. Cuando mueven todo eso, logramos salir un grupo de alrededor 30 personas. Yo no tenía sentimientos en ese momento, fue algo mecánico de protegernos, resolver, y salir.
Hoy me siento cansada y cargada, porque he dormido muy mal. Emocionalmente, siento cierto agradecimiento, cierta paz de estar viva. Tristeza por todo lo que está pasando. He tratado de no ver muchas noticias para no exponerme más emocionalmente. Ayer y hoy fui a trabajar, estoy tratando de darle más sentido al hecho de que mi esposo y yo fuimos bendecidos con una protección que nosotros creemos es divina y salimos sin un rasguño, sin nada.
Estamos tratando de seguir con la vida lo más normal posible porque al final del día es como sentir que tengo una misión en la vida. Recibí la bendición de tener una oportunidad de dar testimonio. Yo sobreviví una tragedia y fue por el amor de Dios, una protección divina.